De pronto, todas nuestras preocupaciones, las pequeñas miserias de cada día (nadie va a heredar nada de este mundo), se van a tomar por saco, cuando la muerte te golpea cerca. Hoy me he enterado que un buen hombre, Pancho Allegue, falleció el pasado domingo a consecuencia de una parada cardíaca. Pancho tenía 46 años, era dirigente del BNG y primer teniente de alcalde de Fene, un municipio golpeado dos veces ya por la reconversión naval. Compartimos muchas horas intentando frenar el brutal ajuste y obtener medidas compensatorias para los municipios afectados (ya ven, ni una perra chica). Fue una de las almas de la Comisión de Municipios en Defensa del Sector Naval. En La Voz de Galicia leo que en el momento de su muerte se encontraba en su domicilio, acompañado por su familia. Francisco Allegue, concejal nacionalista de las cuatro últimas corporaciones fenesas, era trabajador de la antigua Astano. Como sindicalista de la CIG había desempeñado un activo papel durante la reconversión naval. Y durante décadas desarrolló también una labor igualmente intensa en el ámbito del movimiento ciudadano, así como en el de la defensa del sector agrario gallego. Casado y padre de una hija de 19 años de edad, Pancho Allegue era un hombre querido por todos al margen de ideologías. El pasado lunes, su cuerpo recibió sepultura en el cementerio de Santa Mariña de Sillobre, de la que era originaria su familia. Siempre recordaré aquellos ratos en los que un puñado de alcaldes, cada uno de un partido, dejaron sus diferencias para luchar juntos y vencer a ZP democráticamente en el Congreso y el Senado. ZP no quiso reunirse con los alcaldes, los despreció y Pancho no pudo exponerle directamente su opinión sobre la salvaje reconversión. Querido Pancho, seguimos luchando.