13 ene 2006

Jazz vital

MÚSICA. Comentario de opinión por
MANUEL MARTÍN.

Hace unos días, dentro del VII Ciclo Caja San Fernando de Jazz Rising Stars, tuvo lugar en el Auditorio de la Plaza de las Marinas de Jerez, un magnífico concierto de Jazz por parte del Piano solo, Jacky Terrason.

El solista, nacido en Berlín de madre americana, deleitó a los asistentes con un estilo personal y sorprendente, que hizo que el público se mantuviera en todo momento en conexión con el solista, aplaudiendo, vitoreando y moviéndose en el asiento al ritmo imprevisible de su música.
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Como decía esta semana el prolífico cantante antes-llamado-Prince, muchas veces, un autor prefiere no desvelar sus fuentes de inspiración y dejar que sea el espectador el que imagine, el que situe la obra en un determinado contexto, en el que él sea parte, y lo viva de modo personal.

Y así fue, en esa fría noche de diciembre, me trasladé al son de los melódicos compases de Terrason a la terraza de un acogedor local a orillas del río –Guadalquivir, o quizás, Missisipi-, disfrutando de una copa de brandy, en compañía de una bella morena, a la que Jacky dedicó una canción y que sonreía ante las imprevisibles notas de éste, que a su vez disfrutaba al percibir las diferentes sensaciones que provocaba su cultivada espontaneidad.

Saboreé entonces un nuevo sorbo de mi generoso licor, de maridaje excelente con tan espléndida música, y me propuse un paralelismo entre la vida y el jazz. Así, pude advertir como basándose en una amplia experimentación, el intérprete combinaba con espontaneidad y osadía las notas de su quehacer. Y lo hacía exprimiendo al límite su piano, machacando teclas, golpeando la madera y arañando las cuerdas de la vida, sin reservar nada para la siguiente actuación. Siempre disfrutando, con gestos y movimientos sin pudor, y una expresión que indicaba un profundo placer por lo que hacía, manejándose, con absoluta generosidad y todo ello con la más absoluta sencillez, ropas corrientes y un magnífico piano.