Hoy Mariano Rajoy, presidente del PP, ha dejado a los pies de los caballos a aquellos asesores que en 2004, ejerciendo de maricomplejines, le recomendaron no aceptar debates con ZP. Hoy nos ha dicho Rajoy que aquello fue "un error clamoroso" y que eso no va a volver a ocurrir nunca más. Genial, por dos razones. La primera es que los que creíamos que tenía que batirse el cobre fuimos estigmatizados en aquellos tiempos solo por sugerirlo. Segundo porque esto indica que Rajoy se siente fuerte por momentos, que se comienza a creer de verdad que tiene el apoyo de millones de españoles, que puede ganar las próximas elecciones generales. Admitir un error como el que hoy ha admitido Rajoy en El Puerto de Santa María indica claramente que el gallego tiene sangre y raza. Lo digo porque este país parece de cachondeo. Y es una pena. Y no pierdan de vista a Bono.