Ocho funcionarios clave del gobierno de Estados Unidos, incluido el presidente George W. Bush, realizaron al menos 953 declaraciones falsas en las vísperas y tras la invasión de Iraq en marzo de 2003. Así lo indica una investigación que acaba de publicar en la capital estadounidense el Centro para la Integridad Pública y que dirigió Check Lewis, fundador de esta organización dedicada a elaborar informes periodísticos en profundidad sobre cuestiones de interés general. Lewis encomendó a sus investigadores rastrear todas las declaraciones de ocho de los principales funcionarios de Washington, entre el 11 de septiembre de 2001 y el 11 de septiembre de 2003, sobre la supuesta posesión de armas de destrucción masiva por parte del régimen de Saddam Hussein y sus vínculos con la red terrorista Al Qaeda. Luego, el periodista ordenó esas declaraciones en forma cronológica, y las relaciona con los hechos que sucedían al mismo tiempo y con la información verdadera con la que contaba a la sazón el gobierno estadounidense. Entre los investigados figuran Bush, el vicepresidente Dick Cheney y quienes entonces encabezaban el Departamento de Estado (cancillería), Colin Powell, y el de Defensa, Donald Rumsfeld, así como la ex consejera de Seguridad Nacional y actual secretaria de Estado (canciller), Condoleezza Rice, y el ex subsecretario de Estado Paul Wolfowitz.
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