Hay una relativa inquietud entre algunos políticos bien informados por los negocios de los hermanos de un conocido dirigente. Esa grasia-mala leshe innata de nuestra tierra les ha puesto mote: Los Soprano de Cai. Les prometo que algo pasa, y es serio. El problema de este último es que, al creerse inmune a todo no se ha dado cuenta que los flujos de información van de un lado a otro sin que el pueda controlarlo. Podrá modular su tensión sanguínea, pero no la informativa, que igual termina en el ordenador de seguimiento de un policía. Hay quien afirma que en determinadas grabaciones, autorizadas judicialmente para un tema de corrupción urbanística (¿no les parece curioso que siempre suene Chiclana y no otras poblaciones donde dicen que el dinero va de cuenta en cuenta gibraltareña?), aparecen por casualidad algunos políticos y familiares. Y en sus conversaciones, pese a que la gente es cada vez más prudente con los móviles, no se cortan un pelo. Nada, estén atentos. Entre otras razones porque las intrigas de ese dirigente en su partido han hecho gran daño a una buena persona, algo torpe a veces, pero buena. Hay que tener cuidado a quien se le pisa los callos. Las patadas por las partes nobles suelen ser épicas. ¿Que por qué no doy más datos? No quiero ser soez ni idiota, pero a buen seguro a alguien le habrá subido la tensión. Es su problema, que no lea este blog.