He disfrutado horrores esta noche, viendo a una "panda de niñatos" (Risto Mejide dixit) envidiosos del talento de una chica, Virginia, nuestra Duffy española, que ha ganado Operación Triunfo pese a Jesús Vázquez, y el resto del increíble (por malo de solemnidad) jurado elegido este año. Un elenco para olvidar rápidamente, excepto Risto (menuda futuróloga esa Noemí). Todo un ejemplo de la sociedad actual, donde los originales, los que demuestran saber estar y pasar por esta vida sin hacer daño a nadie, con inteligencia, son machacados sistemáticamente desde las poltronas de la crítica. Terminan triunfando aunque les cueste sangre, sudor y lágrimas. Tengo un amigo que, desde pequeñito, mostró tener una inteligencia superior a la media. Sus mediocres profesores le recomendaban que fingiera ser torpe para que los demás no se enfadaran, en lugar de promocionarlo y sacarlo de ese entorno de envidia nauseabunda. Se llama Miguel. He analizado los gestos de los 'compañeros' (já) cuando Mónica Naranjo y Jesús Vázquez (mira que es repelente el tío cuando alguien no le gusta) leían el resultado de las votaciones. Lamentable, y esa Sandra, que tan potente es, con gestos, muecas, y comentarios que otorgan carta de naturaleza a las críticas de Risto. Como la vida misma. Risto se ha marchado dos minutos antes de que se conociera el resultado, y la actitud de Vázquez ha sido acorde a su altura ética y moral. Ha exclamado: "Que le den". Lo siento por Telecinco, pero nada comparable a aquel primer Operación Triunfo, en la tele de todos (igual lo recuperan, total, tienen pasta pública de sobra para el fútbol ¿no?). Salvo una cosa, que Virginia romperá el maleficio de los ganadores. La chica de mirada extraterrestre tiene madera. Al tiempo, esperemos que Sony BMG no la cague con la selección de las canciones para su primer álbum. Pero insisto, me lo he pasado bien, Virginia ha ganado a la mediocridad. Mejorará, seguro.