Paul Newman, ojos azules, se va. En unas semanas. Dios ha decidido darle unas vacaciones en el cielo y agradecerle los servicios prestados en la tierra. No ha ganado en su batalla contra el cáncer de pulmón. Según una fuente cercana a la estrella, los médicos le han dado como esperanza de vida apenas unas semanas. Paul Newman ha pedido morir en casa, rodeado de sus seres queridos, de sus recuerdos. A sus 83 años, Newman salió hace unos días del Weill Cornell Medical Centre en Nueva York, en donde permanecía ingresado, visiblemente flaco y frágil y en silla de ruedas. Paul se va, como todos nos iremos, por lo que no entiendo esa absurda manía de darnos todos por saco, de no pensar en lo efímero de todo y que es necesario disfrutar cada momento. Y no tener miedo a la aventura, a lo desconocido, al futuro. Todo lo contrario, apretar la mano de quien amas y te ama. Estos meses, este año, ha sido duro para todos los míos y para mí, por muchas razones, pero la ilusión puede con todo. Mary me enseña cada día tantas cosas que nunca terminaré de agradecer. La primera, la importancia de vivir cada segundo como si el siguiente fuera el último, la de ayudar siempre que es posible sin esperar nunca nada a cambio, y, cada día más, vivir apartando a quien nos causa mal, inquietud, de las malas personas. No pienso redimirlas, pero tampoco las perderé de vista. No vaya a ser que me impidan ver el horizonte con nitidez y me hagan perder un tiempo tan valioso. Lo siento.