No había escrito sobre el espionaje de Madrid -”cuestión de negocios”, dicen- pero no tengo que irme muy lejos porque en Jerez hubo espionaje, seguimientos, detectives, para controlar, grabar e interceptar comunicaciones telefónicas privadas de periodistas (exactamente del periodista Rafael Navas hoy director de Diario de Cádiz y mías, entonces jefe de informativos de la SER en Jerez y delegado de Diario 16 Andalucía) y luego esas grabaciones fueron expuestas en la sala de prensa del Ayuntamiento de Jerez, por tres concejales a los que se les debería caer la cara de vergüenza y a los que no les perdono aquella ignominia y humillación. Y es que a veces hay personajes que terminan saliendo airosos de situaciones en las que usted y yo no sabríamos qué hacer. Lo del espionaje en Madrid -con participación gaditana- produce sonrojo, pena y consternación, pero también la convicción de que el PP necesita renovarse a gritos, que es una jaula de grillos. Hay movimientos serios, pero no terminan de cuajar. Es pronto...