Tirar de la manta. La de veces que he escuchado en Jerez a más de un estúpido/a amenazar con eso para luego, presa de una diarrea incontenible, recluirse en el baño de donde nadie nunca le ha vuelto a ver salir, aunque se huela su presencia. O mucho me equivoco o este presunto tironcillo de la manta jerezana tiene un origen de género.
Hay algunos de un sector del PSOE que, por razones que ellos y yo conocemos perfectamente ¿verdad?, nunca tirarán de la manta jerezana. Pero hay otro, sin miedos, donde el "caiga quien caiga" es la frase favorita. En estos días, ya lo verán, conoceremos algunas peripecias a un lado y otro del espectro político como réplica mediática al terremoto de los asesores López y Cobacho. Lo que no vendrá mal para la higiene democrática de Jerez. Y quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.
Yo solo escribo sobre mi ciudad natal en este blog, excepto cuando hay una noticia de alcance nacional. Y sinceramente, la que ayer aportó La Voz, reconociendo la exclusiva y comparando con otros presuntos casos en el litoral andaluz, es el chocolate (diría yo que el 'conguito') del loro. Alguien me susurra en un comentario anónimo, no obstante, que lo importante no es la cuantía sino las consecuencias de una conducta. Pero seamos prudentes.
Alguna vez me he cruzado con el ciudadano Pacheco en Jerez, paseando como el león herido expulsado de la manada, pero muy orgulloso. Incluso en La Moderna ni se ha dado cuenta, hablando animadamente con Luis Silva, que andaba yo por los mismos lares. Hay un viejo león suelto, y una leona que no le perdonará nunca. Fue un grave error aquello del body-guard. Eso creo yo, desde esta humilde atalaya de mis ideas (maqueao mijita cursi, pero lo dejo).