Alfon, una de las conciencias lectoras de este blog, me dice que soy un ingenuo. Quizás, porque sigo creyendo en las personas, en los valores y en que nadie es absolutamente malo o bueno, creo en los claroscuros y en la condición humana. Lo mismo me dice mi buen amigo Enrique Montiel. Me siento feliz de haber recuperado y encontrado con buenos amigos, compañeros de profesión, y de haber constatado la maldad en unos pocos (muy pocos), porque no somos un colectivo distinto a otros. Y ahora nos vapulea la crisis, de forma inmisericorde. Cada uno a su manera es como es, ¿y qué? Lo que me sucede en estos últimos días me reafirma en algo, la gente cambia, pero mi corazón no. Y de eso me alegro, llámalo ingenuidad, pero es lo que siento. El grupo de compañeros que creemos en el futuro de esta profesión, y en quienes la forman -donde hay de todo, como en la viña del Señor- no solo debate, sino que habla y fija su postura sobre los temas que le precupan, sin miedo o intereses extraños. El trabajo es una parte de nuestra vida, pero no el centro, aunque los periodistas seamos un coñazo sin remedio, más aún que los políticos. Ayer cenamos José Antonio, Juan Félix, Mari Carmen y yo en el restaurante de la antigua Cruz Blanca, frente al consistorio jerezano. Es uno de mis lugares favoritos porque, además de su buena cocina -sublime carrillada con manzana- sus responsables se desvelan por nosotros cada vez que vamos, no tanto como desearíamos. Y no hay nada como una buena cena y una tertulia entre amigos.
Juan Félix Bellido, que fue director de Comunicación del Ayuntamiento de Jerez, es un lujo como persona, con cuatro carreras y un caudal de sabiduría y humildad que te deja sentado, pensando en la forma en que los políticos nos tratan a veces, el extraño modo en el dilapidan el capital que tienen a su lado y no me refiero al económico. Félix forma pareja con Ángeles, otro ser especial que pronto encontrará un reconocimiento que no busca pero que merece. De pronto, en pocas semanas nos hemos hecho amigos de toda la vida, es como si alguien hubiera escrito que esto iba a ocurrir, la hoja de ruta que cumplimos sin darnos cuenta.
Y de ese grupo ya forman parte, pase lo que pase, Luis Rebelles e Isabel, Susana Padilla y su princesita Ariana -el verdadero amor de su vida- el singular David Gallardo (incansable), y María José Cabral, la guapa periodista trebujenera que al final cazó a Esteban, el fotógrafo de su alma- y José Antonio Vázquez, inclasificable y elegante en las formas como nadie. Es la vida a borbotones y la sensación de que ninguno de nuestros teléfonos nunca estarán ocupados o fuera de cobertura. Como el de mi amiga Ana, y su adorado Juan, buscando siempre el control y la paz de sus vida. Una delicia de pareja.
No voy a deciros nada más, solo que esta foto, en blanco y negro, que me ha enviado Juan Félix Bellido, quedará incorporada a mi primer libro como una de las más preciadas. He perdonado a Rosa Bautista -que me vetó en su época gloriosa de sucesora in péctore de Pacheco, lo que es la vida- porque solo es una persona y las circunstancias obligaban. Seguro que ahora no lo volvería a hacer porque la he mirado a los ojos (gracias, Eugenio Camacho, por hacernos coincidir en la tertulia ¿ya toca no?) y ha sabido que lo que siento es lo que pienso y digo, siempre. Os dejo las fotos, en una de ellas la joven Susana Padilla, entonces en Localia, entrevista a Juan Félix Bellido. La otra, la de grupo -con Jaime Cantizano medio escondido a mi lado (yo, con más pelo)- es total. Que cada uno la vea y saque conclusiones, son mi gente, estamos en lo mismo, unos más que otros, solo personas buscando ser felices con lo que hacen a diario. Gracias Félix, buen amigo, por este momento tan especial, hoy domingo. La canción es para todos.