Por Olga Aguilar
Me encanta escuchar cómo desde las altas autoridades, ven un futuro de educación idílico y maravilloso, en el que las futuras generaciones se convertirán en auténticos linces de valores, educación, respeto…y todo eso.
Pero da la casualidad que llevo tres años bajo la coordinación de un proyecto denominado ESCUELA DE PAZ, ya obligatorio en los centros educativos con el sobrenombre de Plan de convivencia. Para los que no estén familiarizados con el tema, yo lo resumo simple y claro para que se pueda entender: No es más que desempolvar la educación en valores y volver a impartirla, teniendo en cuenta una seria de normas de convivencia que todas las partes implicadas en la educación debemos respetar y concenciar.
Pero el truco de toda esta idea, por cierto, creo que positiva, es que si empezamos a indagar en los artículos destinados al apartado de derechos y deberes de los alumnos, nos encontramos que nuestros discentes gozan de dieciocho artículos para sus derechos, y para su tranquilidad con solo ocho de obligaciones…, eso, así, muy paralelo, si señor..
Pero aun hay más, si nos vamos al apartado de qué hacer desde el equipo del centro ante conductas contrarias, las catalogadas como leves sí se pueden adaptar en cada centro, pero las que se consideran grave vienen por defecto desde arriba, y en las que la reincidencia es un aspecto que no se recoge actualmente (hasta ahora se consideraba grave, pero con la nueva ley, se puede reincidir tantas veces como se quiera, que no se considera agravante)
Creo que si desde pequeños empezamos así, no llegaremos a ningún sitio, y los que ahora se comportan de forma amenazante para la tranquilidad de un aula, vagando a sus anchas y felices haciendo y sabiendo que no se les puede recriminar nada, qué no encontraremos cuando estos angelitos pasen a una secundaria invadida de adolescentes inconscientemente perdidos.
ESCUELA DE PAZ