Unos dan gato por por liebre y otros llevan a sus candidatos europeos de verdad. En el PSOE no deben confiar mucho en la lista -¿conocen a alguien más que a López Aguilar, el 'canario'?- porque no hacen como el PP, que se trae a Rota a la candidata Teresa Jiménez Becerril. Locales de reducido aforo en estas europeas descafeinadas, que registrarán una alta abstención por culpa de la crisis. Pena de Europa, cielos. Con la de cosas que se deciden allí y lo poco que caemos en la cuenta de lo importante que es. Si algún día me decidiera a entrar en política me encantaría ser un fino y bien pagado eurodiputado, comer en los mejores restaurantes de Bruselas y el área metropolitana de Estrasburgo, ponerme de fondo a Frank Sinatra en el Ipod, disfrutar de un cafelito en el barrio latino de París, recorrerme medio mundo gracias a una comisión internacional, de congreso en seminario y tiro porque me toca. Tener asistente, billete de avión sin problemas y fondos para esos gastos que todos sabemos. Fumarme un cigarrillo en un local de jazz de Toronto (por decir una ciudad que me gusta), y trabajar duro, muy duro, todo lo necesario, por el bien de Europa, conectado a internet. No os preocupéis, seguiría con mi blog para iros contando estas peripecias. Ah, sin olvidar algunas tertulias sesudas en la televisión generalista. Ser eurodiputado, una delicia, oiga. Igual me lo pienso ¿dónde hay que apuntarse?
Y es que el parlamento Europeo aplicará un nuevo Estatuto del Diputado a los europarlamentarios que salgan elegidos en las elecciones del 7 de junio en el que se establece un régimen de retribuciones homogéneo que, en el caso de los españoles, supondrá doblar su sueldo actual.
Tras estas elecciones todos los eurodiputados cobrarán 7.665 euros brutos, y terminarán las diferencias de los sistemas nacionales por las que un italiano, con sus más de 12.000 euros mensuales, cobra ahora 15 veces más que un representante húngaro.
Los españoles, cobran lo mismo que los miembros del Congreso de los Diputados, algo más de 3.100 brutos, lo que supondrá aumentar en más del doble su nómina mensual. El salto será mucho más radical para búlgaros o húngaros, que ahora ni siquiera son mileuristas.