13 jun 2009

Un asunto de género





María José García Pelayo será la candidata del PP a las próximas elecciones municipales. Pero necesita un gran equipo para ganar, no vale con los que tiene, no vale con cualquiera, necesita a los y las mejores, en todos los sectores sociales, una lista que tenga el suficiente peso como para que los jerezanos y jerezanas olviden el verde cacería y certifiquen que el PP hace honor a su nombre, que es po-pu-lar.
Para ello, Pelayo tiene que emplearse a fondo en Jerez, no le vale con dedicarse a la política local los fines de semana, cuando sus faenas en el Parlamento Andaluz le dejan tiempo. "Os pido que entre todos protagonicemos una revolución popular. Una revolución que tiene que tener un objetivo: ganar las próximas elecciones municipales", dijo ayer.
Pelayo sabe que la alcaldesa de Jerez, Pilar Sánchez, pésimamente asesorada en los últimos tiempos, se está enrocando en su consistorio de una forma estéril, incapaz de abrirse a quienes solo le brindan su colaboración sin esperar nada a cambio, en la esperanza de sacar del pozo a esta ciudad. En su partido muchos hablan ya abiertamente y sin miedo de la necesidad de un cambio en sus modos, en su forma de gobernar dentro y fuera. Se le acaba la tregua.
La batalla de las municipales será un asunto de género, pero de género femenino, una colosal batalla entre dos mujeres con poder, fuertes, pero con errores graves en la configuración de su equipo. Las dos han de ser generosas con la sociedad, han de abrirse, sentir lo que lo ocurre en Jerez, tienen que interiorizar que la ciudad necesita ilusión, fuerza, confianza y, sobre todo, empleo, muchos puestos de trabajo.
La campaña a las municipales acaba de comenzar, se presiente, flotaba ayer en el ambiente del congreso local del PP. Pelayo comienza la batalla para regresar al sillón municipal. Pero necesita un dream team. Si se queda sola, se estrellará sin remedio, por muy mal que lo haga Pilar Sánchez, incapaz de aguantar una crítica en estos días, celosa de su trono e inaccesible para quienes no le bailan, ni le bailarán nunca, al son que ella imponga. Gentes libres que, sin embargo, aún le profesan cierto aprecio. Las dos tienen que reflexionar, pero la alcaldía se dirimirá entre ellas. Eso parece claro, aunque...