Alguien les asesoró mal, muy mal. Invertir unos quince millones de euros al año en publicidad en medios de comunicación no te asegura que cuando las cosas te vayan mal te traten bien, entre algodones. La familia Ruiz-Mateos anunció ayer la interposición de sendas querellas criminales contra periodistas de El Mundo -Carmen Llorente y Casimiro García-Abadillo- y de El Economista -su redactor de empresas, Javier Romera- por sus informaciones de estos días acerca de la situación de Nueva Rumasa.
Cada día nos despertamos con un sobresalto, con noticias que menoscaban el prestigio del grupo empresarial dirigido por José María Ruiz-Mateos. Y eso es difícil de recuperar luego, pasado el tiempo, cuando quizás las aguas vuelvan a su cauce.
Es una suerte de torbellino, de tormenta perfecta que no se puede realimentar a base de querellas. La transparencia es el mejor recurso, dialogar, comparecer sin limitaciones como hizo uno de los hijos, José María, en la agresiva tertulia de Intereconomía la otra noche. Hay que explicarlo todo hasta la saciedad, porque rebaja la tensión. Es el camino.
Otra cosa es que, una vez pasado el temporal, los Ruiz-Mateos sometan a su holding a una profunda reestructuración que le lleve a funcionar de una vez como un grupo empresarial moderno y hasta, lo que quizás no sea mala idea, cambiarse el nombre y alejar la abeja de este avispero en que se ha metido. No sería mala idea. Las querellas agitan el avispero.
Buenos días y buena suerte
Pepe Contreras