El chimpancé macho que vivía en el Zoobotánico desde 21 años, ‘Guillermo’, murió la madrugada del 28 de febrero de una forma sorpresiva por un fallo agudo de corazón. Ha sido una enorme pérdida para los cuidadores y todo el equipo del Zoobotánico así como los visitantes de las instalaciones ya que nadie se esperaba tan triste desenlace. “Ha vivido con nosotros 21 de los 33 años que contaba, todos los animales que mueren nos causan tristeza, pero si se trata de alguien tan igual a nosotros, parece que la tristeza es mayor si cabe”, ha señalado la delegada de Medio Ambiente y Sostenibilidad, África Becerra. ‘Guillermo’ tenía un carácter muy especial, bastante introvertido y con grandes reservas a la hora de regalar su amistad a alguien, le costaba mucho confiar, debido a las tristes experiencias sufridas en su pasado con los humanos, incluso a la hora de realizar alguna actividad que haya aprendido, la hace un poco a escondidas y nunca muestra abiertamente su interés por algo.
En la madrugada del 27 al 28 de febrero, Guillermo nos dejó, de una forma tan sencilla y tranquila, que aún causó más impacto, “nadie lo esperaba, no estaba enfermo, hasta el día anterior, saludaba con la misma amabilidad y sobriedad que lo caracterizaba. Sus cuidadores comprobaron como su aspecto y su alimentación eran normales, otros compañeros del Zoo lo saludaron el domingo sin advertir nada”.
El día de Andalucía muy tempranito sus cuidadores se lo encontraron aparentemente dormido, avisando al veterinario que sólo pudo verificar su muerte. Una vez practicada la necropsia se comprueba, en primera instancia, que ha sufrido un fallo agudo de corazón, en breve después del resultado de los análisis pertinentes, se comunicarán las causas de la muerte.
Pasó mucho tiempo a su llegada al Zoobotánico con tratamiento clínico y de manejo, para ayudarle a superar las taras producidas por su larga estancia en un pequeño recinto, privado de cuidados, y sobre todo de compañía, los chimpancés son muy sociables pero Guillermo tardó mucho en participar en juegos y sesiones de aseo , también le costó manipular objetos y realizar actividades como dibujar o partir nueces con piedras incluso utilizar varitas para alimentarse de miel y otras actividades parecidas, su carácter mejoraba continuamente, aumentando su grado de confianza poco a poco. “En el Zoo nos consolamos pensando que le ayudamos a recuperarse y que durante sus últimos años se encontraba sano y feliz con su familia, Lola y Lulú”.