Hay quien olvida el sacrosanto deber de un periodista: buscar historias, contarlas verazmente y comprometerse siempre con la libertad de información. Hay quien solo piensa en salvar su trasero haciendo lo que sea necesario para sobrevivir. Es su problema. Y hay quienes todos los días se levantan pensando en su tremenda responsabilidad ante la sociedad. Y a quienes le embarga la emoción cuando, como resultado de su trabajo informativo, las cosas cambian, el mundo se hace un poco mejor.
Este no es un trabajo cualquiera, porque si se hace con honestidad la sociedad lo agradece, lo necesita y lo valora. Lo mismo le pasa a políticos, jueces, policías, abogados, activistas con y sin marca. Muchos ahí fuera no tienen a nadie que cuente sus historias, que defienda sus posiciones sin miedo, que moleste al poderoso con sus críticas, que persiga la verdad como un lobo a su presa. El buen periodismo está en vías de extinción porque la empresas, con sus crisis, inundan de miedos y resquemores a los profesionales. Y más cuando son políticos quienes, mirándose el ombligo, solo buscan cuotas de pantalla.
Desde ayer, Onda Jerez -cuyos trabajadores se reúnen hoy en asamblea- comienza una cuenta atrás en la que se lo juega todo. Si el equipo de gobierno que preside María José García Pelayo, del Partido Popular, cree en un modelo público de radio, televisión e internet, Onda Jerez tendrá futuro. Pero Jerez ha elegido al PP para que gobierne y eso implica tomar decisiones si uno tiene claro lo que hacer, evidentemente. Nadie, en su sano juicio, puede creerse a estas alturas, que un partido que ha gobernado España y que aspira a volver hacerlo, no sepa qué hacer con una televisión local. Dejar el asunto en manos de la plantilla es un acto de generosidad, políticamente correcto. Pero solo eso. La decisión real es de Pelayo.
Buenos días y buena suerte
Pepe Contreras