No sé, la verdad, si es el efecto de la cola de Nadine -el ciclón-tormenta tropical que pasa a subtropical y se aleja de Las Azores- o la mare que parió al del tiempo que para justificar que hemos tenido (¿tenemos?) el verano más caluroso, se despide hoy con un día detestable. Al grano, que me disperso: estoy fatá. No me creo que este país aguante tanto sin cagarse en los antepasados de quienes nos han metido en todo esto. No he mirado el cupón de los viernes, pero tengo un pálpito...
No voy a ocupar el Congreso el día 25 pero me encantaría desocupar a algunos/as de sus escaños inmerecidos. Del Senado no hablo, sobran todos, del primero al último, una cámara inútil. Nos ahorraríamos una pasta gansa (no tengo ganas de calcularlo, hacédlo vosotros). Estoy indignado, puedes estar seguro, muy indignado. Hoy he llamado a compañeros, amigos, gente que aprecio y todos/as están o haciendo cursos o por los suelos lamiéndose las heridas. Puta crisis.
Juro que trato de creerlos (a los otros) pero es que no me sale, porque les conozco. Y hay gentes verdaderamente comprometidas con el interés general, pero los intereses que les trincan por los cojones les impiden ser como son en realidad. No tengo ni idea de qué va a pasar, pero el clima es raro y hoy he visto a algunos perder los nervios, aunque no hay nada que no arregle una cerveza bien fria. Brindo por vosotros y os deseo lo mejor, a todos y a todas (me cansa tanta corrección). Pero salid, os espero.