El sacerdote Javier Luna, que ahora reside en Sevilla por decisión de la Congregación de los Salesianos –cuya asesoría jurídica se ha hecho cargo de la defensa- da las gracias “especialmente a los jóvenes que se han cruzado en mi vida y que han demostrado que con su apoyo y comentarios lo que realmente soy”. Javier Luna agradece también los gestos de quienes “habéis estado tan cerca de mis hermanos salesianos y de mis familiares”.
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