Ana Mestre. |
Puede que algunos escriban de oído, pero yo lo hago con conocimiento de causa porque he pasado algunos años en Sanlúcar de Barrameda, en distintos frentes. Quizás a algunos la decisión de Antonio Sanz de extender su dedo y colocar a la paisana Ana Mestre como candidata -sin anestesia- les parezca un golpe de mano sin precedentes. Nada de asambleas, ni primarias ni consenso que te crió: zas, en toda la boca. Vale, lo es. Pero lo que hay detrás es una decisión que, tarde o temprano, se iba a tomar porque a Sanz no le gustaba, dicen, ni un pelo el panorama de su partido en Sanlúcar. Si algo ha aprendido mi paisano es a tener información de todo, y de todos, que usa en su beneficio y en el de la organización. Pasado el aluvión de críticas que le van a caer, peor lo tiene Mestre porque si algo tienen los sanluqueños es que son muy suyos. Tiene dos años para patearse la ciudad de cabo a rabo y darse a conocer, pero eso se antoja complicado si quiere seguir manteniendo el pulso en su cargo de portavoz del PP provincial. Seguirá como parlamentaria andaluza. ¿Más cambios? Hoy hay ruedas de prensa de Mestre y de Irene García, en Cádiz. Atentos.