Elevar la mirada al cielo, juntar las manos y luego llevarlas al corazón para dar las gracias a Dios. De vez en cuando quienes se creen que siempres les irá de puta madre en este país cabrón deberían caer en la cuenta que han de dar las gracias a Dios por todo, cada día, cada segundo, por la salud y el amor de quienes nunca les dejarían caer por grandes que fueran sus errores.
Alguna vez le he dicho a alguien que el privilegio de los poderosos es la generosidad, la nobleza y las buenas acciones que se pueden permitir. Yo, cada vez que voy a comprar un boleto de lotería, o hago una apuesta sencilla ante esos premios galácticos de los euromillones, la Primitiva o la Bonoloto, hago también una firme promesa, la de ayudar a una lista -la mía- de personas que no tienen a nadie pero luchan a diario con honestidad y coraje. Y no crean que necesitan mucho, lo justo.
En esta noche, en la que tantas personas no saben qué hacer, les pido que salgan a la puerta de la calle, o se asomen por la ventana, miren al cielo y den gracias a Dios. Porque hay gente que tenemos claro lo que hemos de hacer si la suerte nos sonríe. Aunque antes atendería algunos asuntos propios, como es normal ¿Nunca ha pensado que su suerte puede cambiar? Hay que creer. No vean misterio en este comentario, sale libre del corazón. Es pura libertad, eso que escasea, me temo.
Buenas noches y buena suerte (arriba una buena película, abajo una canción para quienes saben amar).
Buenas noches y buena suerte (arriba una buena película, abajo una canción para quienes saben amar).