Hoy es Día de Andalucía, pero no me siento feliz porque hay demasiada gente a mi alrededor que lo está pasando mal, demasiado mal sin merecerlo. Hace pocos meses barajaba la posibilidad de irme a trabajar a Londres, tomar un vuelo el lunes y regresar el viernes por la mañana, con el enorme sacrificio que habría supuesto alejarme de los míos, de mi mujer, a la que tanto admiro con mi alma y mi corazón, de los pocos buenos amigos, de mi madre, de mi tierra, de mi pueblo, de mi gente. Hubiera sido, como lo es mi hermano a 6.500 kilómetros de mí, un expatriado.
Cuando estás abajo, porque la vida te golpea, aprecias quien te quiere y quien no. Y has de tomar nota para, cuando llegue la ocasión, decirle al tóxico aquello de "son negocios, no es nada personal". No me gusta la pobreza, pero abomino aún más de la miseria intelectual.
En esta puta vida hay que tener cuidado al decir que eres feliz -yo lo soy estos días, de vuelta a la batalla más dura, gracias a una buena persona- porque llega el indeseable de turno, el infeliz, el tóxico, y te lo intenta joder.
Y no pongas la otra mejilla, saca el sable y dále un mandoble, acaba con él para que no siga jodiendo a otros que no tendrían tu fuerza. Reclamo y sigo luchando por mi lugar en Andalucía, en Cádiz, en Jerez, en mi ciudad, soy andaluz, por los cuatro costados y mi tierra no es de ellos, de los que están acostumbrados a mangonear. Que lo sepan. ¿Cabreado yo? No, solo de pie y sin miedo. Amando a quien lo merece. Fuerte.
Cuando estás abajo, porque la vida te golpea, aprecias quien te quiere y quien no. Y has de tomar nota para, cuando llegue la ocasión, decirle al tóxico aquello de "son negocios, no es nada personal". No me gusta la pobreza, pero abomino aún más de la miseria intelectual.
En esta puta vida hay que tener cuidado al decir que eres feliz -yo lo soy estos días, de vuelta a la batalla más dura, gracias a una buena persona- porque llega el indeseable de turno, el infeliz, el tóxico, y te lo intenta joder.
Y no pongas la otra mejilla, saca el sable y dále un mandoble, acaba con él para que no siga jodiendo a otros que no tendrían tu fuerza. Reclamo y sigo luchando por mi lugar en Andalucía, en Cádiz, en Jerez, en mi ciudad, soy andaluz, por los cuatro costados y mi tierra no es de ellos, de los que están acostumbrados a mangonear. Que lo sepan. ¿Cabreado yo? No, solo de pie y sin miedo. Amando a quien lo merece. Fuerte.