Dar gracias a Dios es necesario, todos los días, por la oportunidad que nos da de seguir viviendo y hacer cosas por los demás. Hoy lo he pasado bien, recordando algunas de las experiencias vividas, con orgullo. No quiero pecar de ingenuo y tampoco me trago la propaganda oficial, en serio. Aunque a veces nos la den con queso. Pero presiento que todo comenzará a cambiar pronto, aunque lentamente porque los bancos, las entidades financieras, siguen haciendo oídos sordos en su mayoría a la necesidad de circulante, de apoyo a quienes antes daban el oro y el moro. Exhíbo un cierto optimismo derivado de la simple observación de algunos detalles del paisaje. Este finde, para variar, alternaré trabajo y ocio. Como desde hace tantos años, y hace tanta gente para sobrevivir. Os dejo esta canción colectiva, atentos.