De todos los conciertos a los que fui durante mi etapa de Madrid -tan lejos y tan cerca ahora- uno de Los Deliquentes me aportó tanta felicidad que no paré de cantar en garrapatero durante varios días, allá donde fuera, para sorpresa de algún pijopera al que no tenía más remedio que aguantar. Mi gente, la de Jerez, la buena, me encanta. Yo nací aquí, en Jerez y va siendo hora de hacer algunas cosillas para ayudarla a salir del hoyo. Y cantar fuerte y alto este estribillo del Canijo de Jerez.