El oscuro ascensor de la política jerezana, ayer mismo. |
(Leer escuchando You’re so vain, de Carly Simon)
No entiendo la razón por la que Izquierda Unida, sus dos concejales –Ana Fernández y Raúl Ruiz Berdejo- no
participa en el minoritario gobierno municipal
de Jerez de forma directa. Ambos están –como millones de españoles, y yo
mismo- muy preocupados por el desempleo en la ciudad, que necesita de un plan de reindustrialización a
gritos, con participación de todas las administraciones. Nos lo deben, porque
entre todos, cada uno por una razón concreta que hasta daría para llenar un libro,
o dos. Y debemos impulsarlo arriesgándonos. Ayer, hablando con ellos, como un
ciudadano más, les expuse las razones por las que creo que deben lanzarse al
ruedo porque, al menos a mí, me gusta la faena torera, con sus riesgos. No me gusta ver los toros desde la barrera,
la tribuna o las gradas. Yo siempre estoy en la arena. Y lucho.
Mi pueblo es valiente, de grandes
toreros, pero también de grandes sinvergüenzas que nos apenan a diario y sobre
los que algún día habrá que escribir para que, diligentemente, algún juez te
lea y se le remueva el alma. Ayer lunes, al sol, habría hecho un gran reportaje
ilustrativo de la realidad jerezana, pues fue increíble que cada encuentro, en
una plaza, en bares, por la calle Larga, en mi viejo bar de La Moderna, al ir a retirar el coche,
subiendo y bajando con la cabeza en mil asuntos, todos ellos apasionantes,
estuviera lleno de propuestas, de ideas, de ambiciones. Raúl y Ana saben que si
entran en el Gobierno nada será igual, que los necesitan.
La política local exige más sacrificio y esfuerzo que la autonómica, la
provincial o la nacional, porque el ciudadano, el votante, te tiene a mano,
sabe dónde vives, los bares que frecuentas y puede acceder a su representante con
mayor facilidad. En Suecia la
administración local, el municipio, es que el gestiona mayor presupuesto y
competencias, pero el que hace mejor la
vida al ciudadano. Mi hermano me cuenta a veces, y no para, las excelencias de
una sociedad de la que debemos copiar lo bueno, y no tardar mucho. El catetismo jerezano nos ha hecho mucho
daño, eso de España-Jerez, de creernos el ombligo del mundo cuando somos
una ciudad perdida, sin hoja de ruta, endeudada hasta las trancas. Qué pena
Dios mío.
Un lunes al sol, en mi pueblo, me pone las pilas, y me anima a
emprender nuevos rumbos que conforten mi alma y lleven la alegría a los que me
rodean. Pero tratas de hacer el bien y te das de bruces con quienes envenenan
tu entorno creyendo que nunca les vas a responder porque tú –y probablemente
tengan razón- nunca les vas devolver el golpe porque eres una puta buena
persona, un creyente en la Humanidad, en la bondad de las personas, que todo el
mundo es buena persona salvo un grupo de indeseables. Pero se equivocan, los
tiempos están cambiando tanto que no se dan cuenta, que sigan así. Me niego a
que se pierda este primer año en peleas, esto
no va de “miedicas” ni de “valientes” –menudo lenguaje infantil- esto va de
gente honesta capaz de poner por delante el interés general al político o
personal.
No tengo hoy muchas ganas de
escribir hoy pero yo mismo –nadie más- me he impuesto la obligación de
contarles cosas hasta que me venga en gana, y no siempre hay que estar
brillante. Y escribo con mi nombre y apellidos, no de forma anónima, por
derecho. Hoy solo proclamo que quiero
gente valiente al frente del Ayuntamiento de Jerez, comprometida, no quiero
a cobardes o personajes que por táctica o disciplina no tengan los reaños
suficientes para saltar al albero y cuajar una buena tarde de toros.
El morlaco de la crisis merece que lo
lidien y que luego nos lo comamos con un buen guiso de papas. Pero para
calmar nuestra hambre de toros primero hacen falta toreros, gente brava, una
buena cuadrilla con picaores. No espero, ni deseo, ni albergo la esperanza que
este comentario escrito velozmente, quizás no demasiado pulido, pueda influir
en Ana y Raúl. Es lo que pienso y sepan que mucho antes de escribirlo, le he
comunicado a ambos lo que siento.
Pero lo que ha sido espeluznante este lunes ha sido llegar al despacho de IU porque no sé si saben que el ascensor del edificio donde se
ubican los despachos de los partidos políticos no tiene luz y es tan lento que acojona
al más pintado. En la oscuridad, con 36 grados en la calle, sin saber si ha
pasado la revisión técnica, me hago una reflexión, y es que si en varias
semanas este ascensor ha estado subiendo y bajando sin luz y ninguno de los
políticos ha hecho nada para conseguir que lo arreglen ¿cómo van a enderezar el
rumbo de esta ciudad? Todos.
* (Comentario también publicado en La Voz del Sur)