8 feb 2016

La musiquita de los Goya 2016

Captura del tuit de Natalia de Molina, este pasado domingo.
Siempre me han gustado las canciones que emocionan aunque las escuches una y otra vez, años después. Eso me pasa con Macaco: “Si somos hijos, hijos de un mismo Dios, ¿por qué siempre caen los mismos? ¿por qué?” Nos vamos acostumbrando al dolor y eso no puede ser bueno, de ninguna forma. Yo no pienso hacerlo, usaré todos los recursos a mi alcance, lo prometo, para ayudar a tanta gente buena que lo necesita. ¿No les oyen gritar a su alrededor? Cada uno sabe ya lo que puede y debe hacer. No me valen excusas de quienes conozco bien luciendo una falsa solidaridad universal. No les vamos a dejar pasar ni una. Gritemos.


“No me dejaron acabar y decir lo que quería decir, así que lo grito por aquí: ¡TECHO, COMIDA Y DIGNIDAD PARA TODOS!”. Fue un tuit que sacudió ayer Twitter, pero que, de momento, no provocó la reacción apropiada. Natalia de Molina, premio Goya 2016 como mejor actriz protagonista por Techo y Comida, quiso continuar con su alegato, emocionado, en andaluz, contra la miseria y por la dignidad, pero no le dejaron. Ricardo Darín, mejor actor protagonista por Truman, lo denunció, pero por lo visto a nadie le importó que subieran la música impidiendo (con cambio de plano) nuestra paisana Natalia se expresara con libertad.  ¿No hará nada el flamante comité de empresa de RTVE? ¿sus consejeros de administración? ¿los portavoces parlamentarios? ¿Antonio Resines?

Las otras pobrezas
Oigo hablar de la pobreza energética, de los pobres vergonzantes, de la pobreza sobrevenida, pero ¿y la pobreza alimentaria? Miles de familias se debaten entre comer peor y menos o pagar la hipoteca, o las medicinas que no cubre el sistema público sanitario, las necesidades básicas. Comer mal, y menos, deteriora la salud. Está tan claro que la duda ofende. Piensen por un momento en una familia que malvive con la ayuda mínima, 426 euros. 

¿Cómo creen que pueden salir adelante con esa cantidad? No lo hacen, lo superan con dignidad, mucho dolor y pena que, como la mala alimentación, terminan afectando gravemente a la salud. Y no les digo nada de lo complicado que se hace todo si los miembros de la unidad familiar necesitan una alimentación especial (diabéticos o celíacos por ejemplo).

Techo, comida y dignidad. Era lo que pedía, o intentó pedir, Natalia de Molina en la ceremonia de entrega de los premios Goya. Tan simple. Y empezando por la ciudad, la mía, donde se rodó la película dirigida por Juan Miguel del Castillo.  Les recomiendo que vayan a verla y que, tras hacerlo, den un paso más y se comprometan en esa lucha. Hay muchos caminos, herramientas, asociaciones e instituciones para hacerlo. 

No se queden en la superficie, en hablar bien (aunque lo merece) de la película, pasen a la acción. En la gala de los Goya se habló de Cáritas, de su enorme labor que nadie se puede atrever a discutir. La bajada de las rentas en general está haciendo descender el umbral de la pobreza. Terrible.

Por eso creo que es muy urgente que nuestros partidos busquen grandes acuerdos para enfrentarse a los grandes problemas. Ya sé que llevan sus ritmos, pero es que el hambre no espera, hay que salir adelante cada día. Se ha perdido mucho tiempo desde el 20 de diciembre. El mapa surgido tras los comicios exige invertir tiempo pero también tolerancia. Ceder no significa perder, de ningún modo. Falta práctica en este diálogo democrático. Es muy triste.

Usar la ley del embudo es ofensivo, sobre todo para los millones de ciudadanos que deseamos cambios notables en el sistema, reformas constitucionales y avances, recuperar derechos adquiridos con enorme esfuerzo, pagando una factura demasiado elevada. Reflexionen. Ojalá consigan un buen acuerdo de gobierno o de investidura. O los dos. Aunque hay tiempo, oficialmente, creo que ya vale de marear la perdiz. Y si vamos a otras elecciones tomen nota de lo sucedido antes.