Captura del tuit de Natalia de Molina, este pasado domingo. |
Siempre
me han gustado las canciones que emocionan aunque las escuches una y otra vez,
años después. Eso me pasa con Macaco: “Si
somos hijos, hijos de un mismo Dios, ¿por qué siempre caen los mismos? ¿por
qué?” Nos vamos acostumbrando al dolor y eso no puede ser bueno, de ninguna
forma. Yo no pienso hacerlo, usaré todos los recursos a mi alcance, lo prometo,
para ayudar a tanta gente buena que lo necesita. ¿No les oyen gritar a su
alrededor? Cada uno sabe ya lo que puede y debe hacer. No me valen excusas de
quienes conozco bien luciendo una falsa solidaridad universal. No les vamos a
dejar pasar ni una. Gritemos.
“No me dejaron acabar y decir lo que quería decir, así que lo
grito por aquí: ¡TECHO, COMIDA Y DIGNIDAD PARA TODOS!”. Fue un tuit que sacudió
ayer Twitter, pero que, de momento, no provocó la reacción apropiada. Natalia de Molina, premio Goya 2016
como mejor actriz protagonista por Techo
y Comida, quiso continuar con su alegato, emocionado, en andaluz, contra la
miseria y por la dignidad, pero no le dejaron. Ricardo Darín, mejor actor protagonista por Truman, lo denunció, pero por lo visto a nadie le importó que
subieran la música impidiendo (con cambio de plano) nuestra paisana Natalia se
expresara con libertad. ¿No hará nada el
flamante comité de empresa de RTVE? ¿sus consejeros de administración? ¿los
portavoces parlamentarios? ¿Antonio Resines?
Las otras pobrezas
Oigo hablar de
la pobreza energética, de los pobres vergonzantes, de la pobreza sobrevenida,
pero ¿y la pobreza alimentaria? Miles de familias se debaten entre comer peor y
menos o pagar la hipoteca, o las medicinas que no cubre el sistema público
sanitario, las necesidades básicas. Comer mal, y menos, deteriora la salud.
Está tan claro que la duda ofende. Piensen por un momento en una familia que
malvive con la ayuda mínima, 426 euros.
¿Cómo creen que pueden salir adelante
con esa cantidad? No lo hacen, lo superan con dignidad, mucho dolor y pena que,
como la mala alimentación, terminan afectando gravemente a la salud. Y no les
digo nada de lo complicado que se hace todo si los miembros de la unidad
familiar necesitan una alimentación especial (diabéticos o celíacos por
ejemplo).
Techo, comida y dignidad. Era lo que pedía, o intentó pedir, Natalia de Molina en la ceremonia de
entrega de los premios Goya. Tan
simple. Y empezando por la ciudad, la mía, donde se rodó la película dirigida
por Juan Miguel del Castillo. Les recomiendo que vayan a verla y que, tras
hacerlo, den un paso más y se comprometan en esa lucha. Hay muchos caminos,
herramientas, asociaciones e instituciones para hacerlo.
No se queden en la superficie, en hablar bien (aunque lo merece) de
la película, pasen a la acción. En la gala de los Goya se habló de Cáritas, de su enorme labor que nadie
se puede atrever a discutir. La bajada de las rentas en general está
haciendo descender el umbral de la pobreza. Terrible.
Por
eso creo que es muy urgente que nuestros partidos busquen grandes acuerdos para
enfrentarse a los grandes problemas. Ya sé que llevan sus ritmos, pero es que
el hambre no espera, hay que salir adelante cada día. Se ha perdido mucho
tiempo desde el 20 de diciembre. El mapa surgido tras los comicios exige
invertir tiempo pero también tolerancia. Ceder no significa perder, de ningún
modo. Falta práctica en este diálogo democrático. Es muy triste.
Usar
la ley del embudo es ofensivo, sobre todo para los millones de ciudadanos que
deseamos cambios notables en el sistema, reformas constitucionales y avances,
recuperar derechos adquiridos con enorme esfuerzo, pagando una factura
demasiado elevada. Reflexionen. Ojalá consigan un
buen acuerdo de gobierno o de investidura. O los dos. Aunque hay tiempo,
oficialmente, creo que ya vale de marear la perdiz. Y si vamos a otras
elecciones tomen nota de lo sucedido antes.