Irene García y Manuel Jiménez Barrios, en junio de 2013. Foto PSOE |
Irene García disfruta de más gozos que sombras sentada en el sillón presidencial de la provincia. Procura tener a todos los alcaldes contentos, ser justa en los repartos, en los programas de empleo, en todas las áreas suprime aristas para que no haya demasiado ruido. Todo tiene que ir como la seda porque igual aspira a ser consejera de la Junta, en una futura remodelación del Gobierno andaluz... Irene es ambiciosa, tiene memoria selectiva y sonríe sea cual sea el evento. Fíjense en las fotos, no miento. Nunca lo hago.
Así que procuren no perderla de vista. Juega con ventaja porque conoce los problemas que tuvieron Pepe Loaiza y Paco González Cabaña en sus respectivos mandatos. Tampoco ella debería perder de vista a su equipo de gobierno en Sanlúcar de Barrameda porque los nervios, los malos modos, los insultos no son buenos, y constituyen signos de empobrecimiento intelectual y político. Mal rollo. Algo pasa con los de Víctor Mora y la ex alcaldesa sanluqueña debería hacer algo. Además, si uno escucha algunas voces locales no puede por menos que poner cara de circunstancias. ¿En serio?
Irene goza de un estado de plenitud personal, profesional y política que raras veces alcanza un político. Nada de penurias económicas en la gestión como las que vive, por ejemplo, la abnegada y sufridora alcaldesa de Jerez, Mamen Sánchez. Nada de pasarse de rosca en las decisiones comprometidas. No, Irene se va cuidando porque el futuro no está escrito. Si detectan que me cae bien, casi aciertan. Pero eso es porque detecto en ella cualidades de superviviente, como las que tenía los del Clan de Alcalá. Aunque ahora está absolutamente entregada a la causa de Susana Díaz. Es lógico, quiere ganar.
Lo que no tengo tan claro es que el próximo congreso provincial vaya a ser una balsa de aceite para la sanluqueña, ni que tenga tan controlado el partido. Aunque queda algún tiempo, sospecho que el resultado de las primarias puede alterarlo todo. Además, sería sano una secretaría general por un lado y por otro la presidencia de la Diputación de Cádiz. La acumulación de poder y responsabilidades no es buena, por lo general. En el PSOE gaditano existen varias “familias” y “sensibilidades” y las diferencias crecen. A la vista está tras el mitin en Cádiz del ex secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.
Todavía recuerdo con nitidez la última vez que pisé su despacho (solo en una ocasión desde que es presidenta), una conversación larga, densa, emotiva, en la que hablamos de todos y de todo. Con franqueza. “Nunca he sido tan feliz, esto es otra cosa”, creo recordar que me dijo. Pero la felicidad toca las narices a los mediocres y de esos andamos sobrados en esta provincia. Anda con cuidado Irene, esos son los peores. Te regalo una canción de mi adorada Carly Simon. Nos vemos Irene, en el día a día.