Es sábado, sabadete. Tiempo de salir a dar una vuelta, a la playa, de copas, botellón controlado, de hacer el amor sin miedo, de adorar a quien quieras, de tocar un temilla con los amigos en la banda, de recuperar discos y pasarlos a digital para disfrutarlos en el iPod, de mandar al carajo las malas intenciones, los pensamientos que te han asaltado toda esta semana, de decirle a Alejandro Daroca que escribe a destiempo y le jode que le cale Megapili, de buscar conciertos por esos mundos de Dios y anotarlos en la Blackberry (ya llegará el IPhone, cuando el contrato sea más barato, joder), de enviarle ánimos a los compañeros que lo pasan mal por la crisis, de reponer mi botella familiar de Jack Daniels (no he sido capaz de apurar la de Jim Beam), de buscar mi selección de Bon Jovi para conducir esta noche con los amigos/as, de fijar mi atención en lo que se avecina, de recordar las sonrisas de la otra noche en el concierto de Dylan, las cabezas plateadas de mis amigos y de lo espléndidas que están sus consortes cuarentonas, es tiempo de discutir sobre asuntos banales, sin preocuparnos de la crisis (hemos pasado directamente a la recesión, menudo fistro de ministro de Economía), de vivir nuestra vida, porque nadie lo va a hacer por nosotros. De no preocuparte por el congreso del PSOE-A, triste y previsible aunque en Granada, tierra de promisión y promiscuidad, y menos del PP, que sigue su línea fashion. Por cierto, que se prepara en Jerez un concierto este verano con TNT, Tequila y Danza Invisible. Mi Loli (con permiso del consorte, viejo conocido), no me falla. Lo sabía. Y me gusta Sandra, la peluquera más vacilona de España, menuda voz y el inglés me importa un comino. La nena, cordobesa de armas tomar, tiene lo que hay que tener, por fuera y por dentro. Será María Magdalena en el musical Jesucristo Superstar y debería haber ganado Operación Triunfo, pero ya no está (¿estas votaciones del 'público´son fiables?. Da igual. Vive, coño. Be cool