Coincido con Luis Pizarro (de verdad) en que conviene dejar a la familia a un lado, siempre que sea posible, claro, porque meterla en la refriega política causa daños irreparables. Y una cosa tengo clara, quien ataque injustamente a mi familia tiene que atarse los machos con fuerza, porque no pienso dejar pasar ni una, caiga quien caiga y algún episodio he vivido. "Nosotros también sabemos cosas de familias del PP, así que tengan cuidado por dónde entran porque donde las dan las toman", ha manifestado hoy Pizarro en el Parlamento de Andalucía, y pidió, "por favor", a los populares que no metan en el debate político a la familia, montando "falsedades y mentiras". A su juicio, con ello sólo persiguen "dañar la imagen de los dirigentes del PSOE, por ese odio y resentimiento profundo que tienen". ¿Y por qué dice eso Pizarro? Pues porque el consejero de Gobernación, Luis Pizarro, y la portavoz del grupo popular, Esperanza Oña, protagonizaron hoy ante el Pleno del Parlamento un tenso debate, a raíz de que ésta le trasladara que su mujer fue contratada como alto cargo en la Diputación Provincial de Cádiz, intentado "ocultar el contrato, publicándolo a través del servicio de compras" de la institución. "Es absolutamente falso, mi mujer no trabaja en este momento en la Diputación de Cádiz", sentenció Pizarro. Según reiteró Pizarro, las acusaciones contra su familia, referidas a su mujer e hijo, son "absolutamente falsas" y sólo responden a "montajes para dañar mi imagen personal". "Jamás en ningún cargo político en el que he estado he utilizado ese cargo en beneficio de nadie de mi familia", sentenció Pizarro, quien indicó que la diputada Ruiz-Sillero no tenía derecho a aprovechar una pregunta ante el pleno sobre diputaciones provinciales "para calumniar a un diputado socialista, solamente porque Javier Arenas tiene que tapar ya la corrupción a la que estaba sometido su partido cuando él era secretario general del PP".