26 ene 2011

Derecho a trabajar, a vivir, a pensar, a informar, a luchar por mi gente


Nadie, absolutamente nadie va a expedir en Jerez autorizaciones para trabajar, vivir, pensar y mucho menos informar. Hay miedo a la libertad, a la sana competencia, y lo siento, pero ahora somos demasiados corazones libres en una ciudad que se merece dar el salto de modernidad y progreso que tantos años le fue hurtado, por múltiples razones.
Cualquier tiempo pasado, en el caso de Jerez, no solo no fue mejor sino que es la causa de nuestros actuales males. Por eso, en esta batalla colectiva hay que decidir a qué lado de la delgada línea roja nos situamos. Yo elegí hace tiempo, otros no sé. Sin miedo a nada, salvo a lo irremediable. He elegido esta canción de Labordeta (le echamos tanto de menos), porque regreso a casa. A trabajar por mi pueblo y por mi gente. Con todos los derechos y toda la fuerza de mi ser. Sin temor y con respeto.

No tengo compadres, ni padrinos, mucho menos madrinas, mi padre era trabajador ejemplar, honesto a carta cabal, igual que lo es mi madre. He tratado de inculcar aquellos valores a ese hermano mio que ahora se reprograma para salir adelante.

Y tengo la suerte de compartir ideales con quien me quiere y está a mi lado, a las duras y las maduras. No hemos dado nunca un paso atrás, si acaso al lado para dejar pasar al ambicioso sin escrúpulos. Jerez no es de nadie, es nuestro, por derecho propio y los que se la quieren repartir para seguir haciendo negocios, pasta gansa, son los enemigos.

Mi gente tiene derecho a saber, a que se le diga el por qué de las cosas, y eso se hace con valentía y memoria histórica. Y olé. Son pocos y cobardes.