Cuando alguien pisotea la libertad de información, confunde los recursos públicos con los suyos y ejerce el nepotismo a diario sin importarle lo más mínimo la suerte de personas leales y comprometidas se merece ir a la cárcel. Y eso pasa en un ayuntamiento gaditano, y es conocido por muchos, dentro y fuera. Pero lo peor son los perros que, sumisos, cobardes, no se atreven siquiera a rechistar. No podrán pedir ayuda, ni la tendrán cuando prescindan de ellos y ellas como cómplices y cooperadores. Y eso les pasará una vez tengan lugar las elecciones municipales. Avisados quedan y pruebas pueden obtener de esos planes de ajuste. Ellos mismos. No es broma. Y ojo a quienes dedican su tiempo pagado por los ciudadanos a hacer informes sobre blogs, chateos en Facebook y Twitter. Tengo uno de esos correos electrónicos en mi poder. Acojonante.