Corren tiempos duros para los trabajadores, también para un colectivo casi invisible sobre el que nada se dice, aunque entre ellos se ataquen a veces sin piedad como unos jilipollas solemnes. El problema que tenemos los periodistas es que somos víctimas de una reconversión sin piedad en la que nunca se habla de nosotros, pero si se ayuda a las empresas. Unas veces con la generosa actitud de proveedores financieros y otras con la del talonario oficial de la publicidad institucional. No digo más.
Leo en PR Noticias que las cosas no van bien en el Grupo Joly, que se teme una regulación de empleo. Según este confidencial "el Grupo Joly ha despedido a 18 personas: 9 de ellas pertenecientes al departamento de Recursos Humanos y otras 9 a la imprenta Ingrasa. La plantilla teme que los despidos continúen. Las indemnizaciones que han recibido los trabajadores han sido las máximas: 45 días por año trabajado, según fuentes de los trabajadores". Suerte a todos, y solidaridad.
Tengo mucho aprecio hacia el grupo, donde trabajé algunos años, en la memorable redacción que dirigía Manuel de la Peña en Diario de Jerez. Y también hacia los abnegados compañeros, con muchas horas de trabajo en sus espaldas.