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Eso se dice entre los colegas de una misma profesión, aunque lo usamos mucho en periodismo. Perro no come perro. A las vacas les dieron harinas cárnicas como alimento y se volvieron locas. Pero de un tiempo a esta parte hay quien se cree con el derecho a enjuiciar el trabajo de los compañeros/as que, al contrario del ocioso criticador de vida resuelta, centran sus desvelos diarios en salir adelante como pueden. Perro no come perro, salvo que el segundo se haya pasado de la línea roja del respeto y la tolerancia. Entonces, el perro comprende que enfrente no tiene a otro vulgar sino a un pit bull que lo va a despedazar sin piedad alguna, que sabe morder donde más le duele. Nada queda impune.