(Antes de leer dále al click)
Todos se preparan para la vuelta a la carretera, la campaña es un hecho. En Andalucía todo tiene un doble color electoral. El otro día, cuando ZP se dió un baño de multitudes en Sanlúcar de Barrameda, su fiel y servicial secretario de Estado de Comunicación, Fernando Moraleda -ése al que no le importa que un policía retuerza el brazo a un periodista en su presencia- manifestó al bajar la Cuesta de Belén: "Ya tenía ganas yo de una como esta". Me acerqué y le dije, "eso, Fernando, es que no bajas mucho por Andalucía, aquí la gente es buena". Los andaluces somos buenos, un poco jilipollas a veces, pero "el día que estornudemos España se levanta republicana y respondona". Eso me lo dijo, un día delicioso, tomando café, la Duquesa de Medina Sidonia. El problema es que una buena parte de los que han exhibido el andalucismo (algunos incluso en la solapa de la camisa) tendríamos que haberlos echado a los leones. Otro gallo habría cantado, pero la sumisión es así. Menudos traidores a esta tierra, noble, de gentes trabajadoras, herederos de civilizaciones contra las que ahora nos mandan pelear en medio mundo. Desde ahora, tengan cuidado, pongan todo en cuarentena, no hay que fiarse un pelo, no dejar que nos tomen el ídem con tanto programa electoral que les cuesta tan cumplir. De vuelta a la carretera, si pueden apreten el acelerador. No se detengan para montar en coche al primer paria que les prometa el oro y el moro.