La Operación Karlos -cuyo sumario nunca terminó de ser desvelado en los medios de comunicación- parece que suma alguna novedad en las últimas horas y no precisamente muy agradable. Resulta sumamente curioso la cantidad de lagunas y sospechas que contiene esta operación, enlazada con otra del Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA), uno de los mejores departamentos de la administración española. Todas las partes implicadas guardan un discreto silencio sobre la instrucción del caso y el tema parece, solo parece, haber muerto para los medios de comunicación de toda España dos años después de saltar a las primeras páginas.