Juan Félix Bellido, mi buen amigo, compañero de candidatura y con el que tengo unas cervezas pendientes este fin de semana, escribe como nadie. El blog que ha parido, con ayudica inicial pero poca, va mejorando día a día. Hoy escribe sobre una especie con la que hemos de acabar: los jefes psicópatas. "A muchos los tenemos más cerca de lo que imaginamos, “seguro que usted -afirma Piñuel ya en el primer capítulo- se ha cruzado con ellos en su lugar de trabajo. Son astutos, carismáticos, atractivos y dotados de habilidades sociales. Suelen producir una inmejorable primera impresión cuando se les conoce. Se muestran espontáneos y desinhibidos respecto a las normas. Al principio resulta gracioso y hasta divertido pulular a su alrededor. Sin embargo, poco a poco, su lado oscuro comienza a emerger. Se muestran como lo que son en realidad: egoístas, narcisistas, iracundo, manipuladores e implacables. Tras este modo de comportarse no hay nada. Están totalmente vacíos. Detrás del supuesto carisma o capacidad de liderazgo se atrinchera una penosa realidad: la de un ser sin conciencia moral alguna”. Son los que Iñaki Pimentel llama “psicópatas organizativos”. “[…] Son depredadores sociales que aguardan, bajo la apariencia de afables y pacíficos seres humanos, la oportunidad para “devorar” a sus víctimas sin piedad”. Más rasgos en la fotografía de este personaje: “Gracias a la imagen positiva que proyectan, la mayoría de la población los toma por personas buenas, cumplidoras, observantes y modélicas. Sólo el descubrimiento de sus fraudes o corrupciones, cometidos a veces durante años o décadas sin el menor asomo de remordimiento o culpabilidad, desvela su verdadera naturaleza. Su capacidad de decir a cada uno lo que quiere escuchar, a veces con palabras que han clonado oportunamente, estudiando su objetivo detalladamente, les hace ser candidatos ideales en los procesos de selección".