La patrullera Gerifalte, del SVA |
La lancha intervenida ayer frente a Cabo Roche. |
¿Está la crisis detrás del incremento del uso de barcos de pesca deportiva para el tráfico de hachís? ¿irrumpen en este negocio ilícito ciudadanos que nada tienen que ver con el narcotráfico? ¿o simplemente las bandas recurren a todos los recursos posibles? En el Servicio de Vigilancia Aduanera comienzan a sospechar que algo está pasando en los últimos meses en la costa andaluza porque el perfil de los barcos interceptados es casi siempre el mismo: una pequeña embarcación de unos seis metros de eslora, cabinada, con alijos que no superan los 700 kilos de resina de hachís, y de dos a tres tripulantes de los que uno suele ser marroquí. El tercer ocupante, bilingüe, es quien ayuda a los españoles a localizar el punto exacto de la cercana costa de Marruecos donde se produce el embarque de la droga en fardos perfectamente hermetizados. El tercer hombre es una pieza clave de las operaciones.