Huele a ERE en el patio del Ayuntamiento de Jerez. Los funcionarios andan con la mosca tras la oreja, porque la cosa pinta mal y no parece que haya muchas más salidas que esa... Con una alcaldesa en campaña electoral y la vista puesta en su futuro personal y político, y un panorama financiero para echarse a temblar, las arcas de la Diputación exprimidas como un limón en verano y una absoluta ruptura de las relaciones sindicales, en el equipo de Gobierno del PP dan ganas de tirar palante y aplicar lo que nadie ha tenido cojones de decir y menos de hacer: ajustar la plantilla. Eso pide el ala dura, que lo controla.
Y no será, hoy he hablado con mucha gente dentro del Ayuntamiento, porque no se hagan esfuerzos desde el bisoño equipo de gobierno. No. Los hacen, pero son estériles. No hay liquidez para nada. El grifo del crédito está cerrado, la enajenación de Ajemsa lleva su tiempo, y hay al menos dos grandes operaciones urbanísticas (que ya no son secreto, se conocen) que pudieran insuflar oxígeno al cadáver municipal. Huele a ERE, y no es el aroma que llega desde Los Barrios, donde su alcalde no tiene miedo. Los precedentes son peligrosos y dicen que Juan Bouza no le quedará más remedio que aceptarlo.