Lamento no haber podido compartir un ratito con los chicos del Bar La Moderna en la Escuela de Hostelería, pero Marco Velo nos envía una nota de prensa almibarada y cariñosa sobre mis colegas. Gracias. Se pregunta Atilano Pacheco: “Cómo, después de trabajar 35 años en el mismo sitio, seguimos yendo con alegría al trabajo. Bueno, hay días que no tenemos tantas ganas porque el cuerpo o los problemas nos lo impiden, pero sí es cierto que cuando llegamos allí el contacto con la clientela nos anima y nos da fuerzas increíbles. Yo, personalmente, preferiría trabajar otros 35 años más en La Moderna que sólo 5 de mi vida en algo que no fuese esto. En La Moderna hemos aprendido mucho, desde pintura hasta albañilería. Todos los que van allí nos enseñan algo nuevo. Conversar con algunos clientes es un auténtico placer. Lo que siempre nos deja asombrados es que todas las personas pueden enseñarte algo, que cualquier persona, por humilde que sea, puede darte una lección de generosidad y calidad humana a cambio de un simple café”.
Para Atilano Pacheco, “desde esta atalaya privilegiada que es La Moderna se puede observar perfectamente el pulso de la ciudad: sus manifestaciones religiosas, reivindicativas o lúdicas, sus alegrías o temores. La Moderna es un local con alma, un alma formada por miles de voces que comparten un tiempo robado a la vida”.