EL MUNDO DE ANDALUCÍA publicó el pasado día 28 que la Policía Nacional investigaba muy de cerca, desde hace casi un año, con apoyo de unidades de Vigilancia Aduanera y del sistema de control del tráfico aéreo Pegaso, el nuevo modus operandi de introducción de hachís de Marruecos en España, principalmente en las provincias de Sevilla, Huelva y Cádiz. Según la información a la que ha tenido acceso
El Mundo de Andalucía, las organizaciones de narcotraficantes están recurriendo desde hace meses a contratar expertos pilotos colombianos y ecuatorianos, perfectamente entrenados por las mafias de la droga en Hispanoamérica para tomar tierra y despegar en zonas abruptas y en la selva.
“Volar desde España a Marruecos y aterrizar en una pista de arena es un juego de niños para ellos, aunque hace pocos días uno de ellos capotó con la avioneta y se estrelló, pero ésa es la excepción, porque suelen ser muy buenos”, señalan fuentes de la investigación.
Pues bien, la noticia avanzada en este blog y por EL MUNDO,ha sido confirmada por la Guardia Civil
Desarticulada una red que introducía hachís en avionetas y barcos privados
La Policía Nacional ha desarticulado una red de traficantes que introducía en España hachís, procedente de Marruecos, en avionetas y embarcaciones privadas y ha detenido a diez de sus miembros, dos de ellos bolivianos, en varias provincias andaluzas. En la operación, llevada a cabo por agentes del Cuerpo Nacional de Policía adscritos al GRECO Costa del Sol y a las Brigadas de Estupefacientes de Sevilla y Córdoba, en colaboración con el Servicio de Vigilancia Aduanera, se han intervenido 1.900 kilos de hachís, camuflados en barriles de pimientos en salmuera, y otros 480 kilos de polen de hachís, además de 16.000 euros en efectivo.
Además, y según informa la Dirección General de la Policía en un comunicado, se han requisado dos aeronaves, una de ellas en una finca de El Viso del Alcor, y dos embarcaciones depositadas en una nave de Carmona, con las que introducían la droga en España procedente de Marruecos.
Las investigaciones se iniciaron el pasado 28 de octubre, al descubrirse que un contenedor procedente de Agadir (Marruecos) que era transportado en el barco «Macarena B», vía Las Palmas, acababa de llegar esa misma tarde a Sevilla.
Como carga declarada, figuraban 1.500 kilos de pimientos en salmuera cuyo destinatario era José C.C, afincado en Guadalajara y de edad avanzada, por lo que la Policía sospechó que estaba siendo utilizado como persona de cobertura de la organización.
El contenedor, que aún se encuentra en el puerto de Sevilla, llevaba 15.000 kilos de carga introducidos en 80 barriles de plástico duro.
Posteriormente, el pasado día 13, llegó a Sevilla otro contenedor con una carga declarada idéntica al anterior y que contenía 80 bidones de plástico duro, 25 de los cuales llevaban en su interior un cilindro de plástico cuyas paredes habían sido rellenadas de planchas de hachís. En total, la Policía extrajo 182 fardos de diez kilos y medio de peso cada uno, lo que sumó unos 1.900 kilos de hachís aproximadamente.
Asimismo, la Policía averiguó que el pasado 27 de noviembre los responsables de la organización iban a utilizar una avioneta para un transporte de hachís que procedía de Marruecos y que aterrizó en el parque natural Entorno de Doñana, cerca de Villamanrique de la Condesa, en Huelva, tras lo que fueron detenidos sus dos tripulantes Donald Ramón N. T., de 51 años, y Enrique M. R., de 50, ambos de nacionalidad boliviana.
También fueron arrestados los dos ocupantes de una furgoneta que esperaban la carga y que intentaron darse a la fuga: Diego M.V., de 49 años, y Manuel B. M., de 53 años, ambos naturales de Puebla del Río.
En el interior de la avioneta se intervinieron 480 kilos de polen de hachís.
Después pudieron ser detenidos Tomás P. C., responsable de la red; Luis C. M., que organizaba los transportes; su mujer, María Mercedes de P. L; y Miguel C.P., hombre de confianza del primero.
Manuel N.L., joyero de profesión y organizador del tráfico de estupefacientes; y Emiliano A.G., natural de Sevilla, mecánico de avionetas, son otros de los arrestados en la operación.
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El sistema es sencillo, en poco más de una hora, una avioneta Cessna 210 (similar a la que se reproduce) puede llegar a Marruecos, cargar la droga en apenas quince minutos y despegar de nuevo. Luego, los aterrizajes tienen lugar en áreas poco pobladas de la sierras de Cádiz, Huelva y explotaciones agrícolas del Bajo Guadalquivir y el Parque Nacional de Doñana. En otras ocasiones, para eludir los controles aéreos, emprenden rumbo a Portugal, donde aterrizan y luego despegan para dirigirse a Marruecos. A la vuelta, la misma trayectoria. El resultado son aviones que entran y salen del espacio aéreo portugués. Sin embargo, la realidad es que Pegaso, nombre en clave militar que recibe el centro de operaciones de Torrejón desde donde se vigila todo el espacio aéreo español, no pierde detalle de nada.
El uso de avionetas, donde la carga máxima de droga no excede los quinientos kilogramos por razones de seguridad, se ha popularizado de tal modo que hay un verdadero “mercado”, al parecer incluso en Internet, donde pilotos de distinta procedencia, preferentemente de Colombia, Ecuador, Venezuela y otros países centroamericanos se ofrecen como pilotos mercenarios. La Policía Nacional, en sus pesquisas, tiene la convicción de que una misma avioneta puede llegar a hacer hasta cuatro vuelos en un mismo día. Sin embargo, en la práctica suelen ser dos vuelos, uno por la mañana y otro por la tarde. En las operaciones de seguimiento, control e interceptación juega un importante papel el Servicio de Vigilancia Aduanera (SVA), cuyas unidades aéreas –por ejemplo el helicóptero Argos- vienen prestando desde hace años un eficaz servicio en Andalucía.
Uno de los factores determinantes para que las mafias cambien sus métodos es la incorporación del Sistema de Vigilancia del Estrecho (SIVE) que, aunque dispone de dos zonas negras insólitas, ha reducido notablemente el tráfico y desembarco de drogas en las costas del sur andaluz. Pero el tráfico aéreo no es más fácil, porque los narcotraficantes no sospechan que para Pegaso, el cielo es transparente. “La misma tecnología que usamos para controlar militarmente nuestro espacio aéreo está siendo decisiva para la investigación del narcotráfico”, indicaron ayer en Sevilla fuentes de la investigación, cuyas ramificaciones son de tal calibre que todas las acciones se intentan mantener en el máximo secreto dada la “calidad” de los integrantes de la red de narcos que operan estas peculiares “líneas aéreas de la droga”.
Para los transportes, las mafias también están recurriendo a avionetas fumigadoras, cuya actividad no despierta sospecha alguna, por ejemplo en la zona del Bajo Guadalquivir. Pueden volar seguras a baja altitud y tienen mayor capacidad de carga que las convencionales, en las que los asientos de los tripulantes son eliminados para situar la mercancía. Las favoritas, en cualquier caso son las Cessna 210, de ala alta, capaces de volar a 320 kilómetros por hora y con un radio de acción superior a los 1.500 kilómetros y un peso máximo de 1.800 kilogramos.