7 sept 2013

En casa de Ruibal



No hay un quejío que me recuerde más Andalucía, y que en mi tierra, por mis venas, corre sangre diversa, de arena y sal, del otro lado del Estrecho. Mestizo soy. Gracias a la familia Ruibal: ¿Y quién no da la vida por un sueño?

#EntreJerezyCádiz

Una y otra vez regreso a Cádiz, lo que pasa es que últimamente lo hago más feliz porque se respira otro aire social, que no viene mal un refresco. Pasear por La Caleta, detenerte en La Quilla, que no necesita más decoración que levantar el cierre y dejar que la playa entre por derecho en el alma es imprescindible. Este fin de semana me encontré con ellos, mi gente de Cai, que cantan para espantar sus males y porque aman su pueblo. Dos piezas tradicionales porque el pasado suele ser mejor (a juzgar por como lo pasamos ahora en España). 
Mi vida transcurre estos meses en un tren, en el coche de Mary (que gasta menos), entre Cádiz y Jerez, y viceversa. Me tomo una empanadilla de Antonia Butrón antes de salir de la tacita y luego me paro en la Venta Cartuja, a comprar una buena telera de pan de leña y algunas chacinas de la sierra. Y me quedo con lo mejor de todo, que es lo inteligente. Y cada vez más orgulloso de ser andaluz. Espero que os guste. Me encontré con ellos en La Caleta, se hacen llamar "Los del Colerete". No os digo más...Arte y voces.
Y esta canción para tí, no te rindas... Todo A Pulmon by Miguel Ríos on Grooveshark

La guerra intelectual


Si me emociona es importante, por mucho que algún mamarracho descerebrado cateto insista en lo contrario. La persona con la que estoy hablando ahora mismo rechaza una eventual guerra en Siria “pero por supuesto sí quiero guerra en las cabezas y los corazones de las personas, eso es señal de avance. Una guerra intelectual es necesaria. Eso me dice mi último personaje. He buscado una canción para que sintáis lo que siento desde primera hora de la mañana, navegando por todos los medios digitales, dentro y fuera de España. Mi corazón sigue buscando la alegría, la pureza, el interés general, esos principios que me inculcó mi padre, de quien me acuerdo mucho cuando la pena ahoga y la mediocridad me rodea. Dura poco. Buenos días y buena suerte.