El gran patriarca Antonio Paéz imitando al mural. Foto Carmina Rodríguez |
(Leer escuchando La vida está de lujo, Navajita Plateá)
Le tengo un gran cariño a la familia Páez Morilla, bodegueros creativos y trabajadores, y más aún a Antonio Páez, el patriarca, a quien un día nombré como “el rey del vinagre”. Fue en la etapa añorada de El Periódico del Guadalete, impulsado por un empresario ex ejecutivo de la Caja de Jerez, José Gijón Gallego y del que fue director Francisco Luis Córdoba (hoy máximo responsable en el diario Córdoba), personas a las que aprecio mucho por su valentía en aquel proyecto que reunió a 4.000 suscriptores y un variado consejo de administración de personas que luego no he olvidado para bien (la mayoría) y para mal (algún pieza). Un político pidió que me despidieran del periódico por mis informaciones críticas (queda constancia de ello) pero tanto Gijón como Córdoba y el staff del digno rotativo se opusieron. Claro está que eran personas conscientes de lo que significaba el periodismo (no como otros) en un espíritu inicial que me recuerda mucho a La Voz del Sur, de ahí mis simpatías por el proyecto y la aportación diaria libre que hago.