28 jul 2006

Un taxista de Ourense

Por CHACAL:

Los taxistas de Madrid suelen tener fama de todo, menos de amables y hay una leyenda urbana que los sitúa a la derecha de Aznar. Mentira, he encontrado muchos que, de buena lid y a un precio inmejorable, me habrían llevado a cualquier punto. Y ni son de derechas, ni de izquierdas, ni circulan por el carril bus-taxi como usted haría de buena gana por las avenidas semidesiertas de Madrid.

El de esta mañana era de Ourense. Serio, callado ¿callado?, bastó preguntarle ¿de dónde es usted? para que el hombre comenzar a hablar sin parar, en ese tono cariñoso de los gallegos, de los efectos de la soledad. Se puede estar solo en Madrid, sobre todo en Madrid, aunque en el pueblo, su aldea gallega, los paisanos van adquiriendo las malas costumbres solitarias de la ciudad. Le he escuchado sin pararlo, encantado, y he reflexionado sobre cómo las personas, en nuestra falsa autosuficiencia, hemos pasado de contar y depender de los vecinos, a ignorarlos aunque su puerta esté a veinte centímetros de la nuestra. La soledad es una enfermedad que se extiende sin remedio.

La hoguera
"Mío, tuyo, suyo"
por Juana de Arco
Nace esta columna de opinión, ante la necesidad de una voz femenina, exigente, clara y directa, que mande todos los días a la hoguera a aquellas cosas, o personas, que con sus actitudes nos hacen más difícil la existencia. Aquí estoy y ahí voy:
Muchas veces se nos recrimina que vivimos en un mundo individualista, inhumano, con ausencia de pasión hacia las cosas y las personas. Sin embargo, cuando consideramos algo como nuestro, ya sea nuestro trabajo, nuestro marido o compañero, resulta que saltan todas las alarmas. Cuando una persona defiende algo como suyo, lo suele hacer poniendo todo el cariño, la ilusión y la pasión, incluso, en ello. Pero en ese momento aparecen los problemas. Qué casualidad. Si esto ocurre en tu trabajo y pones demasiado interés, o disfrutas demasiado con lo que haces, más problemas.
Queridos internautas ¿son ustedes de esas personas afortunadas que realizan una labor o un trabajo que, amén de ser origen de su sustento, les proporciona satisfacciones espirituales y personales? Cuidado, que no se les note nunca, corren peligro. Su jefe, seguramente, en lugar de estar satisfecho, legítimamente orgulloso de tener un colaborador como usted, pensará que es un rival, lo que confirma su mediocridad y la de que aquellos que le mantienen en el puesto.
¿Qué hacer entonces? No lo sé, lo confieso, pero dicen que hay dos opciones, confiar en el Altísimo y en el Juicio Final o intentar hacer terapia para no caer en la locura. Hay una tercera, que yo no contemplo, pero esa depende de muchos factores aleatorios, de eso que algunos llaman suerte. Con un poco de ella, alguien se fija en el individuo que nos agobia y lo contrata, fijo, en plantilla y con una excelente claúsula de rescisión de contrato que lo ate de por vida a esa compañía. Asegurados estos parámetros, la Justicia Divina hará el resto, ya saben, "nunca hagas a otros lo que no desearías que te hiciera a tí, como te comportes con otro se comportarán contigo. Ojo.
Es evidente que si intentamos hacer amigos de todos nuestros compañeros, acabaremos "quemados" (burnout). Lo ideal es que cada uno se ocupara de sus asuntos, sin dejar de ser útil para el que está al lado, quizás menos capacitada/o pero que, a lo mejor, nos puede salvar en cualquier momento. Nunca sabes cuando cosecharás lo que siembras día a día. Esa cosecha es un regalo de Dios que llega cuando menos lo esperas, si la buscas, el fuego quemará los pastos.
Por eso, enviamos a la hoguera a todos los que emplean su energía en incordiar a los demás. Al fuego.