Uno de los locales del centro comercial Los Cisnes. Foto PC |
(Leer escuchando Gangster of love, de Johnny “Guitar” Watson)
La gigantesca mentira que vivimos
en Jerez tiene que acabar. Esta ciudad no tiene hoja de ruta, ni plan
estratégico ni nada que se le parezca, hace
tanto que no innovamos, que no experimentamos el placer de la ilusión que
nos hemos vuelto tristes, la derrota acaba por hundirnos y dejarnos en ruinas,
como las que existen en el casco histórico que, cuando paseo, me ponen
histérico. Hablar con la clase política local sobre estas cosas es como gritar
en el desierto, salvo honrosas excepciones que no citaré hasta que no haya más
remedio, no vaya a ser que los jodan por pensar y proponer. La palabra, la
clave, lo vengo diciendo, se llama “reindustrialización”. Y para eso hay que tener los objetivos muy
claros. No perdamos tiempo.
La calle Larga tiene un ejemplo
esa decadencia, del desastre económico que se vive en Jerez: el centro
comercial Los Cisnes, con buena
parte de sus locales vacios, sin actividad, pese a ser un lugar diseñado para
el ocio y el comercio. De pena. Pero la realidad es la que es. Me duele mi
ciudad, mi pueblo, mi gente. Yo no
presumo de jerezanismo pero soy de Jerez y no tengo bigote señorial ni
exhibo mi fe como argumento para alcanzar notoriedad social, ni falta que me
hace. Y, en serio, me importa un mojón (¿les suena bien?) la polémica de Pemán. Pero no que el bando ganador de
nuestra cruel guerra civil y sus bastardos intenten sepultar la memoria,
interpretarla, que olvidemos porque a ellos les interesa. Eso es otra cosa
distinta.