Salvador de la Encina, diputado socialista por Cádiz, demuestra, en cada paso que da, que encarna otra forma de entender la política. Ni un mal gesto con los adversarios, defensa contundente de sus posiciones y accesibilidad a los medios de comunicación, a todos sin excepción. Solo quería dejar constancia de ello.Y del aprecio que muchos periodistas, de toda condición y opinión, le tenemos desde hace tiempo.
6 nov 2010
Amosyá
conchita -
Lo que mal empieza mal acaba. Y lo de Delphi ha ido cuesta abajo y sin frenos desde que la multinacional pegó el cerrojazo en 2007. Los voluntariosos políticos y los entusiastas sindicalistas (cuyas organizaciones recibieron hace unos días 9,1 millones de euros de la Junta para montar Unidades de Orientación Laboral) firmaron un protocolo lleno de buenas intenciones y de promesas que ya quisieran otros parados con menos perspectivas. La crónica del asunto en La Voz de Cádiz me deja perplejo, pero parece que Griñán entiende las cosas con otro talante más democrático y menos sectario. Hoy he recordado tantas cosas, tantas informaciones publicadas -y guardadas- de aquellos días.
Por debates que no sea: luz y taquígrafos
¿Más debates locales en una emisora pública? ¿retransmisión de los plenos? Estoy de acuerdo como periodista y ciudadano.La realidad es que me encantaría verlos siempre en Canal Sur (las sesiones parlamentarias serían tan apasionantes, bien contadas), igual que pasa en TVE 24 Horas, y que las delegaciones territoriales del kanalillo no emitieran esa suerte de botafumeiros diarios, encartonados, propios de los tiempos del tío Paco. Son tan rancios. Y de ellos, de su pésimo trato a la oposición, de la escasez de debates locales, de los enfoques, nadie habla. ¿Para qué? No toca. Y eso que hay excelentes profesionales, espléndidamente pagados, aunque bajo algún comisariado político que no se oculta y que se jacta de que el PP no le va a tocar nunca por no sé sabe qué razones.Y así es.
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