Me gusta Madrid en verano, hay menos madrileños y los que quedan están menos estresados que la mayoría. Hay menos gente en el AVE (mañana será otro cantar) y los taxistas abren la conversación con asuntos menos trascendentales que los que insuflan Jiménez Losantos y Carlos Herrera. Hoy he pasado el día entero con mis compañeros de elEconomista, no me ha dado tiempo a visitar mis templos favoritos de culto, diurno y nocturno. Las dos chicas maduritas (juraría que las conozco de algo de la tele, pero no me atrevo a preguntarles) que llevo al lado se han quedado de piedra cuando, en un descuido, he desconectado los auriculares y sonaba un remix hip-hop de Awal Marah y luego Love x Love, de George Benson. Al final he dejado los altavoces integrados sonando porque la peli ya ha acabado y hay buena gente a mi alrededor. Me he zampado las historias ferroviarias que me regala Renfe, de Quim Monzó, y bien. Y El Pais, El Mundo, elEconomista, y entrado en varios digitales (funciona bien el 3gPlus de Movistar), he optado por no borrar mis correos hasta mañana. Uf, demasiado esfuerzo para estar de vacaciones ¿no? No sé que deciros, que mañana pienso sumergirme en una noche especial, con Mary, de copas, para olvidar a quienes carecen de sensibilidad. Ellos mismos. Hoy he sabido que no me habría ido mal en Madrid si me hubiera quedado, que aún hay periodistas como Amador G. Ayora, que saborean esta profesión a la vieja usanza, pero con los medios de ahora. Hay buen ambiente en elEconomista, el ambiente de un periódico de verdad. Pero si me hubiera quedado en Madrid me habría perdido una sonrisa cada mañana, un te quiero cada vez que la cosa se pone mala o llegan los estúpidos nervios del periodismo bien entendido, de quienes creemos que esto es tan importante, hasta descubrir que no debe ser más que un buen trabajo, bien hecho claro. Bueno, os dejo, llego a Santa Justa. Mañana más, si mola. Os quiero.
30 jul 2008
Entre el optimismo y el agobio preventivo
Intento impregnarme del optimismo de mi presidente Chaves cuando se refiere a la crisis pero me resulta difícil porque si los bancos y las cajas (ay, la función social) siguen cerrando el grifo salvo honrosas excepciones, pocos emprendedores/as saldrán adelante y las empresas que han acudido a las entidades ante la lentitud y complejidad de los “incentivos” oficiales tendrán que decidir en meses su futuro. Cuando conozcamos las cifras reales del primer semestre del año –probablemente a la vuelta de las vacaciones, un ‘detalle’ para no amargárnoslas- nos llevaremos las manos a la cabeza. Lo dicho, intento ser optimista, pero acabo de ver las cifras de morosidad de un par de entidades de ahorro españolas y ayer me quedé de piedra cuando, en los juzgados de mi pueblo, comprobé lo bien que va el negocio...para los subasteros. En época de crisis, los buitres gozan de buena salud y mejor vista. En fin, trataré de no amargarme mucho, quedan vacaciones y no es cosa de tocar las narices a la familia con agobios preventivos.
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