Pulp Fiction es una de esas peliculas perfectas, no puedo evitar verla y disfrutarla de vez en cuando. No le falta ni sobra nada. Una obra maestra que elevó a Quentin Tarantino al nivel de genio del septimo arte. Si no la habéis visto, no podeis esperar más. Viene al caso la historia porque vengo reflexionando sobre una cita, que el cabrón de Tarantino adapta como quiere. La cita me viene al pelo para lo que vivo estos días, que algunos conocen y protagonizan, y la escena debería hacerles reflexionar sobre la suerte que tienen de que no me gusten las armas. En serio, tranquis coleguis, no-me-gustan. Pero si me gustaran, la lección que Jules (Samuel L. Jackson) y Vincent (John Travolta) dan a unos unos pringadillos que querian engañar a Marcellus (lider del hampa y jefe de Jules y Vincent), es el ejemplo a seguir para cuando alguien te amenaza, te toca los c... y presume encima de ello, el muy pringado fantoche. No hay salida.
¿La recordáis? despues de coger el maletin que buscaban, hay que acabar el trabajito, Jules blande su plateada arma y suelta con tremenda exageracion y con voz aterradora y grandilocuente el siguiente monólogo, para finalmente acabar con la vida de los pobres desgraciados que visitan, que están aterrorizados.
El camino del hombre recto esta por todos lados rodeado por las injusticias de los egoístas y la tiranía de los hombres malos. Bendito sea aquel pastor que en nombre de la caridad y de la buena voluntad saque a los débiles del valle de la oscuridad por que es el auténtico guardián de su hermano y el descubridor de los niños perdidos. Y os aseguro que vendré a castigar con gran venganza y furiosa cólera a aquellos que pretendan envenenar y destruir a mis hermanos, y tu sabrás que mi nombre es Yahvé cuando caiga mi venganza sobre ti.