22 abr 2008

Aguirre y el periodista enfurecido


Traté de no perderme el programa 59 segundos y llegué a una conclusión, que hay periodistas en este país muy enfurecidos con Esperanza Aguirre, que ayer fue vista por 3 millones de españoles. Cito el caso del director virtual de Público, Escolar jr (¿no es, en realidad, Ekaizer el que manda de verdad?), tan cabreado como mi gato cuando trataba de que se portara como un perro. Lo siento por él, pero la gata Esperanza Aguirre demostró más tablas, estilo, aguante y talante de lo que quizás esperara el periodista cabreado. ¿Y los otros del corro? Unos pidiéndole titulares como chiquillos a la hora de la redacción con su profesora, otros recriminándole que no dijera lo que se suponía que tenía que decirles. Pero Aguirre, que ha asumido el tonillo gallego dubitativo, quedón, nunca faltón, de su presidente (el del PP, claro), les dejó como estaban al principio.

Ayer tuve una larga conversación con una persona de mi pasado reciente, de gran peso político, y ya no me queda duda de que de aquí a junio nos queda mucho que saber (y quedan más personajes por aparecer en esta historia), pero que quien espere ver despedazarse a Mariano y a Esperanza ya puede ir comprando una silla resistente al paso de los años. Esto es política en estado puro, y los periodistas -tan dados como somos a creernos el ombligo del mundo- tenemos que ejercer nuestra labor, con valentía, imaginación, osadía, pero no enfurecidos porque el/la político/a que se somete a nuestras preguntas no haga lo que nos de la gana. Y Esperanza, donde mejor estuvo, es a la hora de enjuiciar el nombramiento de Carmen Chacón como ministra de Defensa. Y al despedirse. O no. Saludos liberales. "Nada es inamovible". Si lo sabré yo.