El periodista gaditano Fernando Santiago, tras dimitir como presidente en la última asamblea extraordinaria de la Federación Andaluza de Asociaciones de la Prensa (FAAP), con momentos realmente tensos y delicados a su término (reunión celebrada el pasado sábado en Sevilla), dice ahora que no dimitió en ese acto. Pero dimitió, aunque nadie le obligó a ello, porque tomó la decisión personalmente, muy excitado, arrastrando con ello a su junta directiva. Momentos antes se le había instado a que -vista la crisis tras rechazarse en la asamblea el introducir el voto ponderado en el funcionamiento de la FAAP- acelerara el proceso para convocar una asamblea y elegir un nuevo consejo directivo. Una propuesta democrática, dicho sea, que se le formuló con gran respeto por parte de la Asociación de la Prensa de Jerez. Lo que se le intentó hacer ver es la situación de crisis tan severa que vive la FAAP, la falta de confianza que muchos periodistas andaluces tienen en él y en su gestión al frente de esta federación de periodistas, que, en su opinión, no ha estado a la altura de las circunstancias en determinados momentos. De momento, tanto la Asociación de la Prensa de Sevilla, como la de Jerez y el Campo de Gibraltar, han dejado de tener confianza en esta federación por él dirigida, lo que supone una herida de muerte gremial tan clara que resulta extraño que Fernando, tan sagaz en otras lides, no lo haya percibido hasta ahora. De hecho, la APS -la asociación mayoritaria- ha dejado "en suspenso" su participación en la FAAP. Los ochocientos periodistas sevillanos, con su presidenta al frente, Nani Carvajal, no pueden mostrar de una forma más evidente su disconformidad con Santiago y su actual consejo directivo. Un rechazo compartido por las asociaciones de Jerez y el Campo de Gibraltar.