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No, de verdad, es que este verano no he podido aguantarme. No me puedo creer que lo que veo en
Canal Sur sea mi
Andalucía. No me lo creo porque me he hecho en un año
miles de kilómetros trabajando para
EL ECONOMISTA, y amo mi tierra, pero no es de charanga y cachondeo. Ojalá me hubiera llevado una cámara de vídeo. Una vez, hace más de una década, dos indeseables y una advenediza impidieron que entrara en
Canal Sur, en
Andalucía Directo, tras superar todos los procesos de
selección. No les guardo rencor, pero no les olvido. Y eso me llevó a tener otras experiencias que, de otra forma, no habría tenido en mi vida.
Canal Sur tiene que cambiar, de una forma o de otra. Ya sé que con estos comentarios difìcilmente me darán paso nunca en una de sus tertulias (aunque
Tom Martín Benítez me dice que no, que son muy democráticas y plurales), pero es lo que pienso y es la verdad. Ellos lo saben.