¿Saben lo que hizo en su momento Francisco Álvarez Cascos, el entonces ministro de Fomento de los Gobiernos de Aznar? Pues revisar todas las obras pendientes o en ejecución, su calendario y "reprogramarlas", es decir nada de fijar fechas alocadas o por motivos políticos electoralistas para la finalización de los proyectos.
Cascos las reprogramó, puso fechas de finalización coherentes, sensatas, en función de los recursos del Estado. Y luego se le explicó todo esto a las constructoras, a las comunidades autónomas y al propio PP y la sociedad civil sin miedos ni bagatelas o medias verdades. Si Álvarez Cascos lo hizo, es porque había que hacerlo. Como ahora, más o menos.
Por eso me llama la atención el baile de cifras que se facilitan desde el PSOE y el propio Gobierno, que califican la obra del segundo puente como "prioritaria" pero cada día que pasa la retrasan más y más.
Hace varias semanas que dije que la simbólica infraestructura no estaría para el Doce. Lo sabía sin género de dudas porque la fuente era de lo más solvente. Lo fuerte de todo esto es que, según parece, el objetivo de Fomento era la rescisión total del contrato con Dragados y un nuevo concurso para una nueva empresa. Es sí que habría sido una catástrofe.
Hoy La Voz asegura que Blanco les ha dicho que el puente no estará terminado hasta 2013. Y el voluntarioso 'doble consejero' Luis Pizarro, presidente del Consorcio para la Conmemoración del Bicentenario de la Constitución de 1812, ha asegurado que no renuncia a que el segundo puente de acceso a Cádiz esté para 2012 y ha añadido que sigue confiando en que los próximos Presupuestos Generales del Estado (PGE) incluyan una cantidad suficiente para ello.